En estos tiempos difíciles, donde el ocio obligado se hace
insoportable, donde la incapacidad por trabajar nos oprime la cartera, donde
son otros los que tienen la satén por el mango, donde estamos sometidos a los
designios de el gran capital,
Las palabras que aspiran dar a conocer
la injusticia que experimentamos, palabras que dan aclaración sobre las míseras
que ofrece el capitalismo, palabras que hablan de nuestra frustración ante
nuestra necesidad de trabajo…
Palabras y más palabras que buscan una complicidad
en tiempos de crisis, palabras echadas al espacio tanto físico (prensa, tv,
radio, revistas, pintadas urbanas) como virtural (Internet, correo electrónicos…) esta parece ser nuestra única salida al agobió
que origina el tiempo de ocio obligado.
Lejos quedan aquellos tiempos donde Aristóteles
decía “que el trabajo es una actividad
propia de los esclavos”. Los esclavos ocupados en realizar las tarea que
el amo manda no tienen tiempo para desarrollas su intelecto. Ahora en tiempos
de ocio, el intelecto esta aflorando, y salen las palabras ocultas del cerebro meditante
de los atropellos que vemos ante la crisis. Antes ni sentíamos ni padecíamos
pues el dinero del amo hacía callar nuestras inquietudes.
Tenemos tiempo y lo empleamos en pensar como quejarnos. ¿Quizás sea
mejor trabajar como esclavos para no pensar?
O mejor aprobechar, ahora que no tenemos amo aquien obedecer, y reflexionar sobre nuestra
deriva y preguntase ¿Porqué me quejo ahora que no me dan un misero trabajo y
antes vivía sin pensar en que alimentaba una sociedad consumista?
La sociedad del consumismo es el amo de los consumistas, sus esclavos.
Gracias por su lectura y comentario.
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