Querida
Arancha Sánchez Vicario:
Perdona el atrevimiento al escribirte esta
carta. No he podido reprimir las sensaciones que me han ocasionado tus palabras
difundidas por los medios, al justificar en tu libro "¡Vamos! Memorias de una lucha, una
vida y una mujer" el por qué dejas en él en mal lugar a tu familia.
Dices no ser una persona desagradecida,
siempre has correspondido a tus padres su apoyo, indicando que “todos los
padres hacen lo mejor para sus hijos”. Sin embargo, continúas exponiendo “conmigo
han ejercido un control y una protección que me han anulado en muchos momentos
decisivos de mi vida".
Tengo que decirte que tienes toda
la razón en sentir esa ambivalencia. Ser una hija agradecida con el desprecio
al autoritarismo de unos padres que aunque queriendo lo mejor para su pequeña
no se dan cuenta el mal que ejercen para el desarrollo de la personalidad de
esa que ahora eres tú.
Sin duda ese contexto, en gran
medida, te han hecho ser como eres. Los padres moldean a sus hijos para bien o
para mal. Los tuyos han triunfado pues aún en su opresión hacia ti han
conseguido sacar, exprimir, todo lo mejor que tienes. Y ahora eres una gran
figura mediática por tus logros en el mundo del tenis. Eso lo has agradecido y
lo agradecerás durante toda tu vida. Pero el hecho de no poder escoger, marca
también en la persona, pues “La libertad es el bien más preciado” y sin
libertad estamos anulados.
Y te pregunto Arancha ¿Cómo hubieras sido si
hubieras tenido otro tipo de padres? ¿Y si hubieran sido maltratadores o completamente
permisivos contigo? ¿Y si hubieran pasado de ti? Por desgracia no escogemos a
los padres, ¿verdad? ni tampoco elegimos nacer, esto es una cosa dada para bien
o para mal. Cada uno le toca lo que le toca. A ti te ha tocado ese tipo de
padres, a otros padres peores y mejores. Llenas están las calles de personas
desarraigadas por la actitud de sus padres.
A los padres todo les sirve para enseñar
a sus hijos quieren que estos sean únicos, responsables, educados, activos,
sociales, coherentes… en definitiva personas felices, pero por desgracia no son
perfectos y comenten fallos a veces irreparables. Ellos hacen lo que creen
mejor para con hijos utilizando las herramientas que sus padres, cultura, economía
y sociedad les dieron. Así los padres tampoco son libres pues sus limitaciones
emocionales, culturales, económicas… les impiden formar, conscientes o
inconscientemente, a su progenie.
Todos estamos supeditados, no
somos enteramente libres, pero aportamos lo mejor que creemos tener y más a nuestra
propia sangre.
Un abrazo.
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